Adicción:
Hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas, o por la afición desmedida a ciertos juegos.
Él era un tipo tranquilo, con una vida estable, reconocido en su trabajo, acomodado y feliz en su rutina, en el día a día y en el disfrute de los pequeños caprichos y placeres ocasionales.
El pobre diablo era prácticamente un santo; no tenía vicios reconocidos: no fumaba, bebía socializando los fines de semana y siempre con moderación, cuidaba su alimentación, nada de drogas... Lo más parecido a las sustancias sicotrópicas y alucinógenas que había consumido a lo largo de su vida eran aquellas pastillas de Katovit en su etapa universitaria, para aguantar toda la noche sin dormir mientras preparaba sus exámenes. Resumiendo, una persona inmaculada, con permiso de María (la ¿Virgen?).
Rebuscando, por encontrar algo y para que nuestro personaje no quede como un tipo melifluo y sin una pizca de sal, podríamos decir que el chocolate, el comestible, en cualquiera de sus formas y texturas era su vicio, pero esto no es muy pecaminoso, ¿verdad? Bueno, también podríamos considerar el onanismo, ahí si cumple con cierta regularidad, como la del gallo desgañitándose al amanecer, aunque bien es cierto que masturbarse no sólo no ciega a quienes lo practican, sino que es un hobbie de lo más saludable. Vamos, que tampoco cuenta. Qué ser humano podría echarle en cara a cualquier otro que cumpla con el deber de satisfacer sus necesidades fisiológicas? sean cuáles sean? procuren mayor o menor cantidad e intensidad de placer?
Un buen día nuestro santurrón encontró por casa el cuaderno de sudokus que su novia por descuido había olvidado. Sus vidas darían un giro inesperado...
Familiares y amigos, Humanidad en general, desde este pequeño rincón, quiero aprovechar la oportunidad para agradecerle a mi colega Héctor el diseño del cartel de "sudoku" y su paciencia infinita cumpliendo -de manera profesional, si no o se explica- mis tres millones setecientos ventiocho mil, quinientos setenta y dos cambios que le he ido proponiendo durante la elaboración del mismo. Ni una chiquilla quinceañera con una tarjeta de crédito sin límite y un Zara a su entera disposición, incluyendo un equipo de estilistas, maquilladores y peluqueros/as hubiese superado mis cambios de vestuario (entiéndase, en mi caso cambios de diseño).