
Estaba yo tumbado tan plácidamente en la silla eléctrica de mi dentista (por mucho que la revistan de tumbona, diván, hamaca o catre), cuando él, sin previo aviso, me inmovilizó la boca con el fórceps bucal. Hecho esto y como si la cosa no fuera con él (y disculpad mi ignorancia acerca del instrumental de los dentistas y estomatólogos) continuó llenándome la boca con algo parecido a una servilleta de silicona verde, unas plaquitas metálicas que se me clavaban en las encías y metros de hilo dental con la inestimable colaboración de su ayudante de siete manos; la misma ayudante que iba armándose de tornos, jeringas, punzones y no sé cuántos tratos más para, posteriormente, ir ofreciéndoselos a mi dentista de una manera sistemática, predictiva e incluso placentera -me atrevería a decir- observando esa mueca en su rostro muy parecida a una sonrisa.
No sé si por el efecto de la anestesia o porque mi sistema de autodefensa comenzó a funcionar, pero al igual que esas personas que relatan cómo en un instante fatídico, en el que estuvieron con algo más que un pie en la tumba, visionaron a base de fotogramas y golpes de flash toda su vida y obra, para regresar al mundo de los vivos en el último suspiro (tras haber obtenido el indulto divino)… yo disfruté de algo parecido. Y digo parecido porque yo no visioné el largometraje de mi vida; más bien un cortometraje, rectifico, documental sería un término más certero, puesto que había una temática específica: mis visitas a los centros sanitarios.
Por diversas razones y motivos soy un hombre afortunado y uno de ellos es por haber rebasado la barrera vital de los cuarenta años; ese primer test o punto de corte donde lamentablemente algunos se quedan. Aunque cabe preguntarse: en qué condiciones y a qué precio lo he rebasado? Mientras mi dentista, ataviado con un casco de minero, seguía perforándome yo que coño sé con medio cuerpo introducido en mi boca; me dio por elaborar un listado mental de las taras con las que llego a estos cuarenta y un años y algunos meses. El resultado es el siguiente (y cito según recuerdo):
- Empastes en varias piezas (o dientes, como decimos los ignorantes) y mi primera endodoncia; aunque ya me ha dicho mi dentista que no me preocupe, me ha prometido que no será la única
- Rotura de la rútula derecha, consecuencia: escayola durante 40 días (y 40 noches, que no sé yo como cuenta Sabina)
- Desgarro muscular en el gemelo derecho, que me produje -y esto tiene su gracia- el mismo día que me quitaron la escayola por la rotura anterior, la de la rótula. Lesión merecidísima, por tratar de machacar en la canasta a pesar del consejo del traumatólogo de no hacer deporte en tres semanas, pero yo, rebosante de testosterona púber, tenía que demostrar en el patio del instituto lo machote que era, consecuecia: calcifiación de ese fragmento de músculo desgarrado que aún conservo con forma de media cereza
- Rotura del maléolo izquierdo (hueso del tobillo), con dislocación del propio tobillo y rotura de los ligamentos anteriores, posteriores, cruzados, y los ante, bajo, cabe, con, contra y desde. Reconstrucción quirúrgica, escayola y una imperceptible cicatriz con forma de siete con un millón de puntos; ni uno más, ni uno menos.
- Fisura del dedo meñique de uno de mis pies (no recuerdo cual, aunque tampoco merece la pena, sólo fue una fisura)
- Rotura de dos metatarsianos de mi mano izquierda. Nueva cuarentena de escayola
- Rotura de dos huesos (no me atrevo a intentar recordar los nombres) de mi muñeca derecha. Otra ración de escayola y un espectacular progreso de mi técnica onanista con la mano izquierda
- Tendinitis crónica en las rodillas (ambas)
- Tendinitis crónica en los tobillos (ambos)
- Esguince de grado dos en mis tobillos derechos (en todos)
- Miopía severa; tantas dioptrías que podría ocupar un puesto destacado en el Consejo de Administración de la ONCE
- Pérdida auditiva del 10 y del 15% en mis oídos (ni sé ni quiero saber con cual oigo peor)
Eso te pasa por ir al médico. Haz como yo, que no voy y así no tengo nada.
ResponderEliminarSobrino... no está nada mal tu curriculum médico-quirúrgico. Si quieres un día de estos quedamos y te cuento yo...
ResponderEliminarLope
Lope, desafortunadamente me ganas de calle!!
ResponderEliminarabrazo fuerte.
PD- para cuándo unas cañas golfas por Madrid?
jajajajaja, pero bueno esto es tremendo, nunca hubiera imaginado que estas tan mal......
ResponderEliminaray madre mia, en fin me he reido un montón...
gracias por el buen rato que me has hecho pasar...
besos
Pues con eso y con todo no estoy tan mal, el caso es que me siento un jovenzuelo : )
ResponderEliminarLo peor es que la gran mayoría de esas lesiones me las he producido practicando deporte... y eso que el deporte es salud y es vida!!!
ya lo sé tonto, suele pasar eso cuando cruzamos la barrera de los 40....
ResponderEliminares que me lo he pasado estupendo leyéndolo....
Tal y como el dentista me prometió y tengo mi segunda endodoncia!!!!!
ResponderEliminarEstoy más contento... creo que voy a seguir comiendo chocolate como si no hubiera un mañana para tener la tercera.